Llegan las Mascotas Clonadas
Laura Jacques y Richard Remde perdieron a su perro Dylan cerca de seis
meses atrás. Dylan era un bulldog de 8 años que sufría de una enfermedad
terminar (un tumor en el cerebro) y que había comenzado un tratamiento
de 18 meses que podría curarlo. Pero a los 19 días falleció. Para esta
pareja de ingleses su perro era muy importante y querían que, de alguna
manera, siguiera entre ellos. Y decidieron clonarlo. Siguiendo las
instrucciones que Sooam Biotech Research Foundation publica en su página web
para extraer ADN de una mascota muerta, llevaron el ADN a Corea del Sur
y, después de dos intentos, lograron su objetivo: dos cachorros con el
ADN de Dylan.
Laura y Richard escucharon hablar por primera vez de la clonación de
mascotas cuando los laboratorios Sooam realizaron, en 2014, un “concurso” para seleccionar un perro destinado a ser clonado.
La ganadora fue Rebecca Smith y su dachshund Winnie fue sometido a un
procedimiento y se obtuvo un segundo Winnie, que todavía vive.
El proceso de clonación, tal y como lo describe la página web
de estos laboratorios se basa en la extracción de parte del tejido del
animal del que se obtienen las células. Si estas se confirman viables,
se selecciona una raza que tenga un tiempo de ovulación similar para que
se convierta en donante de óvulos. Se realiza la enucleación del
ovocito (se elimina su material genético para reemplazarlo por el del
animal que se quiere clonar) y se realiza la transferencia embrionaria a
la “madre”. Este proceso dura aproximadamente un día. Dos meses más
tarde, si todo el procedimiento ha sido correcto, nace un cachorro con
el ADN del animal al que se le extrajo la muestra.
Para David Kim, científico en Sooam, la clonación de Dylan fue
particularmente importante porque “la muestra se obtuvo 12 días después
de su muerte y nuestro margen hasta ahora era de cinco días. Es la
primera vez que logramos esto y puede que nos permita explorar cuánto
podemos extender este lapso”.
Actualmente no existen leyes que regulen la clonación de mascotas, sí las hay para animales de granja
y, obviamente para humanos. Justamente en este sector es donde Woo-Suk
Hwang, uno de los directores de los laboratorios Sooam, es más famoso.
En 2004 Hwang aseguró que había logrado clonar con éxito un embrión
humano y que había obtenido células madre de ellos. Una célula madre
embrionaria es, en potencia, un corazón personalizado, un hígado
genéticamente idéntico o unos pulmones con compatibilidad garantizada.
El trabajo fue publicado en la revista Science, pero un comité independiente no encontró evidencia del logro de Hwang. En enero de 2006 Science se retractó y en 2009 Hwang fue suspendido durante dos años por motivos éticos.
Y ahora regresó para clonar perros. Organizaciones como la RSPCA Royal
Society for the Prevention of Cruelty to Animals (Real Sociedad para la
Prevención de la Crueldad hacia los Animales) y Genewatch, ambas en
Inglaterra, se han manifestado en contra de esta práctica que, de
acuerdo con ello, no tiene justificación. Para la pareja británica,
mientras tanto, no se trata tanto de tener un clon de Dyan, sino una
parte de él.
La situación plantea debates no solo interesantes sino fundamentales. A menudo, cuando se habla de los grandes hitos científicos del año, se mira hacia el pasado. La técnica de edición genética CRISPR,
nombrada el logro científico de 2015, es una de las que, más que poner
el retrovisor, nos obliga a mirar hacia adelante a las tecnologías
genéticas que nos plantearán dilemas en un futuro muy cercano. Ya no se
trata solo de la clonación de mascotas, que es una forma de clonación
reproductiva, en la que se busca crear seres vivos, también plantea la
pregunta de las clonaciones terapéuticas, aquellas en las que se persigue un fin médico.
El
debate mascotas clonadas sí o no, es apenas un preámbulo de
interrogantes más importantes que nos afectan directamente como especie.
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