lunes, 24 de octubre de 2016

Mujer da tetero y saca los gases a beba jaguar


Con un muñeco peluche, Jackeline Tolosa recibe a la bebé de ojos verdosos, piel amarilla rojiza y manchas negras en forma de rosetas. La carga en los brazos y le acerca el tetero a esa boca donde ya asoman unos colmillos.

Son las 7:30 de la mañana y Jackeline es puntual para 'amamantar' esa bebé jaguar, que a fines de agosto perdió a su mamá a manos de cazadores en Cumaribo (Vichada), el municipio más extenso del país.

En ese papel, la mujer, de 32 años, debe estar concentrada porque existe el riesgo de darle un trago que ahogue a la cría. Tampoco se permiten movimientos bruscos que asusten al animal o le provoquen una rabieta pues las fauces y uñas se convertirían en puñales para su cara o el cuello.

La bebita, que mide 25 centímetros y pesa 3,4 kilos, atenaza el tetero en sus garras como si lo fuera a devorar.

Al lado de esta 'mamá sustituta' siempre permanece el zootecnista Gustavo Caicedo Posso, jefe de Nutrición y Entrenamiento del Zoológico de Cali, quien ha sido su guía para sacar adelante a felinos y otras especies que han quedado huérfanas al nacer.

Ambos tienen los brazos marcados con cicatrices o rayonazos recién hechos en esta misión maternal que les permite a especies de selva subsistir en cuartos breves de puertas enrejadas y techos altos, en esta especie de 'guardería' del Zoológico, atravesado por el río Cali, en el oeste de la ciudad.

La jaguar, que no ha sido bautizada aún, fue traída el 31 de agosto en avión por funcionarios de la Corporación Regional de la Orinoquía (Corporinoquía), como una tabla de salvación para una especie que permanece usualmente pegada al seno materno en sus primeros 15 y hasta 24 meses.

El chequeo médico dice que está en buen estado de salud, pero requiere un proceso de nutrición. Le han acondicionado una cama en heno y entre los vapores invisibles de una temperatura superior a 30 grados huele a fiera.

La prioridad es sacar adelante y fortalecer la pequeña, además de jugarle, algo en lo que estos animales parecen incansables.

Caicedo explica que no se puede buscar una madre jaguar porque la misma debería estar en período de amamantamiento y aun así es impredecible si acepta la bebé. Si no es así, hasta le quitaría la vida.

Fórmulas criollas

El tetero es igual al se usa con un bebé humano, aunque el chupo puede ir siendo más resistente en la medida que el animal lo succiones fuerte o empiece a morderlo. Pero lo clave es el contenido. La 'leche' es una de las fórmulas que ha creado Caicedo, jefe gastronómico de los 2.500 individuos de 260 especies que viven en este parque del oeste caleño.

"Como en cualquier restaurante, la idea es complacer a los comensales. El tetero de la jaguar contiene una mezcla de alimentos que son nutritivos y agradables a su paladar. Todo parte de las experiencias logradas en crianzas de leones, jaguares, nutrias o pumas", advierte el experto con formación en México y Estados Unidos.

A la jaguar se le sacan los gases como a cualquier bebé. Es necesario evitar que vaya a sufrir un cólico o una diarrea.

"Esta es una experiencia única. Ser madre me ayuda porque uno tiene ese sentimiento con sus hijos", repite Jackeline, madre de Laura, de 9 años, y Jhon Alexander, de 12, quien quiere seguirle los pasos en el cuidado de animales.

Aunque creció rodeada de animales como perros y gatos en una casa del oriente de Cali, ella dice que esto es otro mundo y desde un comienzo asumió que no podía tenerles miedo a los felinos, ni a otros animales, sino respeto.

Entró hace nueve años al Zoológico y se fue convirtiendo en auxiliar de nutrición. "Todo lo he aprendido de Gustavo Caicedo. Lo que más nos pide él es tener corazón. Esta es una oportunidad que no tiene todo mundo porque se ve crecer a especies perseguidas, en peligro o en vías de extinción".

Para su tarea, la 'mamá sustituta' usa el pantalón grueso de modo que se reduce el riesgo de aruñazos. No se pone blusa de mangas largas ni cadenas porque los felinos, en su constante jugueteo, se pueden prender de la ropa o la piel.

"Esta cicatriz fue la primera y me la dejó 'Kenia'. Esta otra es de 'Bantú', pero amo a esos dos felinos'", comenta Jackeline y señala las marcas en sus manos y brazos.

A la jaguar la tendrá unos seis meses en crianza. Con el paso de los días ya no tendrá cinco teteros al día, como ahora, sino dos y luego pasará a su vida carnívora. Entonces, gruñirá más que rugir.

"Cuando ya sea hora de dejar ese bebé, me pasará como con los otros animales que he criado. Es como cuando un hijo crece y se va de la casa. Me he metido mis lloradas cuando se van porque sé que jamás los volveré a cargar. Lo que me queda es la alegría de saber que van para un sitio donde serán felices".

Restaurante de animales

Desde las 6:00 de la mañana la cocina del Zoológico de Cali es un hervidero. En una gran mesa redonda pican frutas, vegetales y carnes. A esa misma hora empacan insectos que servirán de manjar a primates o aves.

Hay siete personas en el restaurante del Zoológico en Cali. Gustavo Caicedo trabaja con cuatro preparadores de alimentos, uno de logística y otro de productor de presas vivas.

Salen panes, tortas y otros platillos. Los horarios de alimentación son estrictos. Caicedo es el creador de fórmulas como leches de felinos, gelatinas de tortugas o compotas para osos.

Ocho meseros llevan las canastadas a domicilio en este parque de mil metros cuadrados. Cuando alguien los llama desde fuera del Zoológico es posible que le estén dando de comer a una boa.

Los osos pardos de 400 kilos se derriten si sus alimentos vienen mermelados. Todo en su gusto y medida porque los animales tampoco deben ser obesos.

En el laboratorio de presas vivas hay una planilla donde se sigue desde el nacimiento a insectos como cucarachas, grillos o moscos.

Unos animales apetecen consumir esos insectos recién nacidos o ya en edad adulta, eso sí, todo fresquito.

No necesariamente los animales grandes son los que más comen. Hay titís que ingieren, entre frutas e insectos, un 25 por ciento de su peso, para botar energía todo el día.
Los cocodrilos pueden pasar 15 días sin comer. Cuando toca, ellas se ajustan cinco kilos de pescado y dos las hembras.

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